Muchos estadounidenses mayores reciben pruebas de detección innecesarias para el cáncer de mama y de próstata, lo que puede conducir a tratamientos que no necesitan, plantea un nuevo estudio.
La práctica también podría estar costando al sistema de atención sanitaria de EE. UU. 1.2 mil millones de dólares al año, añadieron los investigadores.
Casi el 16 por ciento de las personas mayores de 65 años reciben evaluaciones para el cáncer de mama o de próstata aunque quizá les queden menos de diez años de vida, encontró el estudio. Una esperanza de vida de diez años es el punto de referencia para decidir si realizar o no las pruebas. Y las directrices desaconsejan las evaluaciones de esos cánceres en las personas con una esperanza de vida de menos de diez años, apuntaron los investigadores.
"Los médicos y los pacientes deben tomar en cuenta la esperanza de vida cuando tomen una decisión sobre la necesidad de realizar pruebas para el cáncer de próstata o de mama", dijo el investigador líder, el Dr. Firas Abdollah, del Sistema de Salud Henry Ford, en Detroit.
"Para alcanzar ese objetivo, debemos vencer muchos obstáculos", planteó, lo que incluye la falta de calculadoras fáciles de usar y precisas para la esperanza de vida que orienten a los médicos cuando realicen recomendaciones sobre las pruebas.
Además, los médicos que estén muy ocupados tal vez tengan dificultades para explicar el concepto de esperanza de vida, y el motivo de que no se recomienden las pruebas de detección a ciertos individuos, añadió.
Robert Smith, vicepresidente de evaluación del cáncer de la Sociedad Americana Contra El Cáncer (American Cancer Society), señaló que "para los médicos, puede ser una conversación difícil de tener con los pacientes. Si un paciente muestra cierto entusiasmado por las pruebas, es más fácil hacer la prueba que tener esa conversación, sobre todo si a uno no se le da tan bien".
Además, es difícil estimar si a alguien le quedan 10 años de vida, dijo Smith.
El informe aparece en línea el 21 de enero en la revista JAMA Oncology.
Smith señaló que el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE. UU. recomienda mamografías a las mujeres de hasta 74 años. El grupo de trabajo no recomienda las pruebas del cáncer de próstata en lo absoluto, dijo.
Usar la referencia de una longevidad de 10 años para la evaluación es la directriz de la Sociedad Americana Contra El Cáncer, comentó Smith.
"Recomendamos que no se ofrezca la prueba del cáncer de próstata a los hombres si no les quedan diez años de vida", dijo. "Nuestra directriz sobre el cáncer de mama es la misma".
Abdollah señaló que las pruebas de detección del cáncer tienen como meta detectar los tumores pronto, antes de que aparezcan síntomas. "Las evidencias sugieren que la detección y el tratamiento de los tumores en etapas tempranas podrían reducir la mortalidad por el cáncer entre los individuos evaluados", comentó.
A pesar de ese beneficio, esas pruebas también pueden provocar daños, dijo. Las pruebas podrían identificar tumores de bajo riesgo que nunca se convertirían en mortales, pero que someten a los pacientes a los daños de un tratamiento innecesario, como los efectos secundarios de la terapia y a una reducción en la calidad de vida, añadió.
Para el informe, Abdollah y sus colaboradores recolectaron datos sobre casi 150,000 personas a partir de los 65 años de edad que respondieron a la encuesta del Sistema de Vigilancia de los Factores de Riesgo Conductuales en 2012.
Entre esas personas, el 51 por ciento habían recibido una prueba del antígeno prostático específico (APE) o una mamografía en el año anterior. De los que recibieron las pruebas, casi un 31 por ciento tenían una esperanza de vida de menos de 10 años. La tasa de pruebas no recomendadas fue del 15.7 por ciento, dijo Abdollah.
Esa tasa varió a lo largo del país, desde un 11.6 por ciento en Colorado hasta poco más de un 20 por ciento en Georgia, encontraron los investigadores. Los estados con una tasa alta de pruebas no recomendadas para el cáncer de próstata también tenían una tasa alta de pruebas no recomendadas para el cáncer de mama.
Smith dijo que la otra cara de la moneda es que muchos médicos no recomiendan las pruebas a pacientes a quienes sin duda les quedan diez o más años de vida.
Alrededor de un tercio de las mujeres que mueren de cáncer de mama cada año tienen más de 70 años, apuntó Smith. "Eso significa que hay una parte significativa de esas muertes que podrían haberse evitado si las mujeres hubieran recibido las pruebas", lamentó.
Smith añadió que muchos médicos no conocen las herramientas disponibles para predecir la longevidad, y que muchos que las conocen no las usan. "Los médicos deben estar mejor preparados para estimar la longevidad, y tener conversaciones con los pacientes sobre las pruebas de detección del cáncer", planteó.
Smith sí anotó que a medida que los pacientes envejecen, tienden a perder el interés en las pruebas.
"Hay una deserción natural a medida que se envejece: los pacientes pierden el interés en la prevención y a los médicos les preocupa más la gestión de las afecciones que limitan la vida", explicó.
Fuente: Medline Plus
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