El cáncer de próstata suele detectarse de forma precoz y en algunos casos los cirujanos deben recurrir a la prostatectomía radical pero, aunque puede provocar incontinencia urinaria, en la mayoría de casos ésta logra revertirse después del primer año.
Así lo ha aseverado a Europa Press el profesor David Castro, del Servicio de Urología del Hospital Universitario de Canarias, que participa este miércoles en Madrid en una jornada sobre los 'Debates sobre la Incontinencia Masculina' organizada por AMS.
La incontinencia en estos casos puede variar en función del grado de pérdida de orina que se produzca, según ha reconocido este experto, pero puede acabar afectando hasta un 49 por ciento de estos supervivientes al tumor si se habla "de apenas unas gotas".
No obstante, la incontinencia que preocupa en estos pacientes es cuando ya "repercute en la calidad de vida de los pacientes", añade Castro, y eso depende de la severidad de la misma y de la función residual del esfinter.
Aunque en los últimos años ha mejorado el diagnóstico y tratamiento de estos tumores, su mayor prevalencia hace que los casos de incontinencia también estén aumentando. Su aparición depende de varios factores, como el estadio en que se encuentre la enfermedad, la destreza del cirujano e incluso la anatomía del paciente.
"Cuando la enfermedad está muy avanzada resulta más complicado preservar los nervios que participan en el control de la orina, mientras que en otros casos el esfínter asciende hasta la próstata y hay más riesgo de que resulte dañado en la intervención", ha reconocido Castro, para quien "todavía queda mucho camino por recorrer para prevenirla".
Tras la operación se inicia un tratamiento conservador y rehabilitador que permite que "la mayoría de pacientes recuperen la continencia después del primer año". De hecho, solo entre un 3 y 5 por ciento de estos pacientes siguen presentando incontinencia urinaria después, ha añadido Castro.
Para estos casos, en la actualidad existen dos alternativas, los cabestrillos o mallas quirúrgicas y el esfínter urinario artificial, que son utilizadas en función del grado de incontinencia que presente cada paciente.
En el caso de los cabestrillos, que reposicionan la uretra que ha quedado descendida tras la operación para devolver al paciente la capacidad de controlar el vaciado de la vejiga, están recomendados para aquellos casos en los que las pérdidas de orina no superan los 400 gramos en 24 horas.
Y cuando las pérdidas son mayores, se recurre al esfínter artificial, que se compone de un manguito ajustado alrededor de la uretra, un balón reservorio y una bomba colocada en el escroto. "Es un dispositivo con un mecanismo muy sencillo que permite retener la orina y controlar su expulsión, pero es más complejo y tres veces más caro que las mallas", ha explicado este experto.
Fuente: infosalus