El 90% de las mujeres sobrevive más de cinco años cuando se diagnostica de forma temprana, el problema es que esto solo se hace en un 20% de los casos.
En España se diagnostican más de 3.000 casos de cáncer de ovario al año. La mayoría de las pacientes tienen una edad avanzada, e incluso están en la menopausia, sin embargo, «hasta un 17% de las afectadas puede presentar una edad menor de 40 años en el momento del diagnóstico y el tratamiento quirúrgico supone una menopausia precoz”, explica la doctora Eva Guerra, oncóloga del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.
Las pacientes afectadas de carcinoma de ovario serán sometidas a un tratamiento quirúrgico y la mayoría recibirán también un tratamiento con quimioterapia, esto va a dar lugar a efectos a nivel ginecológico como el desarrollo de menopausia precoz en mujeres jóvenes, la pérdida de fertilidad y disfunciones a nivel sexual: «Se ha demostrado que tiene un impacto importante en la calidad de la vida y es fundamental el reconocimiento y diagnóstico precoz para tomar las medidas oportunas», asegura la doctora.
Además del aumento del riesgo de padecer osteoporosis, llos efectos colaterales de un cáncer de ovario pasan por: las resecciones (extirpaciones quirúrgicas) intestinales extensas que pueden dar lugar a alteraciones digestivas como distensión y dolor abdominal o náuseas y vómitos ocasionales y que «podemos encontrar que la extirpación de los ganglios pélvicos puede traer como consecuencia el desarrollo de linfedema», explica la experta.
El linfedema es un cúmulo de líquido linfático por sobrecarga o deterioro del sistema de drenaje, que puede ser congénito, adquirido o provocado, y su consecuencia es el aspecto inflamado, engrosado o de aumento de volumen en un miembro o parte de él.
La doctora indica que «este puede traer graves consecuencias que afectan a la calidad de vida de las mujeres que lo padecen. En este sentido, puede suponer alteraciones psicológicas como ansiedad, pérdida de la imagen corporal, dificultades para encontrar ropa adecuada y en ocasiones alteración de la vida laboral secundarias al desarrollo de complicaciones como infecciones, el tratamiento debe ser lo más precoz posible, conservador y de por vida y está basado en la combinación de cuidados de la piel, drenaje linfático manual, vendaje compresivo mediante media o manga de compresión».
Tratamiento
Existen dos aspectos fundamentales a tener en cuenta una vez se ha recibido el diagnóstico de este tipo de tumor. Los expertos coinciden en destacar que, junto a un diagnostico precoz, una óptima cirugía acompañada de un correcto tratamiento farmacológico mejora notablemente el pronóstico de la enfermedad.
Los principales síntomas relacionados con la enfermedad se asocian en multitud de ocasiones con molestias digestivas, molestias a consecuencia del periodo, etcétera, y muchas veces así es, «de modo que las afectadas pueden tender a no hacer caso de éstos hasta que ya son muy evidentes», explica Paz Ferrero, presidenta de la Asociación de Afectados por Cáncer de Ovario (ASACO). Entre estos síntomas, se pueden enumerar un aumento del perímetro abdominal, sensación de peso en el abdomen, sensación de plenitud tras comer escasas cantidades de comida, necesidad de orinar con más frecuencia de lo habitual o dolor en la región pélvica.
Cabe recalcar que estos síntomas son inespecíficos pero, si persisten por más de dos semanas, requieren atención médica ya que el cáncer de ovario no tiene fácil prevención ni método de detección eficaz por lo que es vital un diagnóstico precoz, máxime si se tiene en cuenta que el 90% de las mujeres sobrevive más de cinco años cuando se diagnostica de forma temprana, algo que, hoy por hoy, solo sucede en el 20% de los casos.
Cómo afecta psicológicamente
Las pacientes diagnosticadas y tratadas por un carcinoma de ovario pueden presentar efectos que no afecten solamente al terreno físico. La esfera psicológica, espiritual y social también puede verse afectadas. Muchas pacientes experimentan ansiedad, depresión, sentimiento de culpa por un diagnóstico tardío, así como incapacidad para el desarrollo de una vida profesional como previamente realizaban. Por ello, «promover hábitos de vida saludable, la realización de ejercicio físico así como el apoyo psicológico necesario, son herramientas fundamentales para mejorar la calidad de vida de estas pacientes», afirma la doctora Eva Guerra, oncóloga del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.
En opinión de Soledad Bolea, vicepresidenta y psicooncóloga de ASACO, «la información que una mujer recién diagnosticada recibe sobre esta patología es fundamental a la hora de saber enfrentar la enfermedad. Sentir y saber que no está sola, que hay más mujeres que pasaron por la misma situación y lo superaron ayuda a sentirte más fuerte, más capaz», asegura. «Cuando te diagnostican un cáncer, sea cual sea el tipo, la primera reacción es de miedo. Sin embargo, es fundamental la labor de las asociaciones de pacientes a la hora de orientar y apoyar a los afectados», explica Bolea.
«Las necesidades psicológicas varían según el tipo de cáncer y el pronóstico del paciente, las pruebas y tratamientos médicos que estén llevando a cabo y los momentos del proceso de la enfermedad. Las personas se diferencian en sus necesidades y capacidad de adaptación, algunos pacientes y sus familias lo afrontan de forma óptima mientras que otros encuentran dificultades», explica Bolea que, afirma además, que el momento del diagnóstico suele ser uno de los momentos más críticos y por tanto, el momento en que se hace más necesario el acompañamiento de este tipo de profesionales.
Así la atención psicológica es una parte fundamental en la recuperación de la paciente para controlar el miedo, la tristeza, la indefensión y la incertidumbre. Es importante la detección de trastornos emocionales en la primera etapa para que luego no se cronifiquen.
En esta misma línea, cabe destacar la atención psicológica a los familiares, quienes tienen especial relevancia en el momento del diagnóstico y a lo largo de todo el proceso de la enfermedad.
Fuente: Diario Vasco
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