Alteraciones en la insulina y los niveles de glucosa en el cuerpo, específicamente durante largos periodos de tiempo, se asocian con un mayor riesgo de cáncer relacionado con la obesidad, lo que sugiere a los médicos la necesidad de frenar estas perturbaciones para ayudar en la prevención de estos tipos de cáncer, según concluye un estudio, publicado en 'Cancer Epidemiology, Biomarkers and Prevention'.
Se estima que más de un tercio de los nuevos casos de cáncer que se producirán en Estados Unidos en 2013 estarán relacionados con el sobrepeso o la obesidad, la inactividad física y la mala alimentación.
"Hay evidencia convincente en la literatura de que la grasa corporal se relaciona con el cáncer de esófago, páncreas, colon y recto, seno (posmenopáusico) y algunos otros tipos de cáncer", explicó el investigador principal del estudio, Niyati Parekh, profesora asistente de Nutrición y Salud Pública en el Departamento de Nutrición, Estudios Alimentarios y Salud Pública de la Universidad de Nueva York, en Estados Unidos, y el Departamento de Salud de la Población, del mismo centro universitario.
AUMENTO DE GRASA
"Un estilo de vida sedentario, es decir, la falta de actividad física, y la mala alimentación contribuyen a un aumento de grasa en el cuerpo y producen un ambiente general dentro del cuerpo que es propicio para el desarrollo del cáncer", señaló Parekh, quien agregó que la obesidad fomenta una interrupción en la regulación de la insulina.
"La insulina es responsable de regular la glucosa en sangre, que sirve como combustible para el crecimiento celular --dijo esta investigadora--. Las personas obesas son más propensas a tener mayores concentraciones de insulina y glucosa, una condición indeseable que puede llevar a las células cancerosas a crecer, multiplicarse y propagarse rápidamente, en comparación con los individuos que no tienen estas anormalidades".
El proyecto de Parekh utiliza los datos de generaciones de descendientes del famoso 'Framingham Heart Study', un estudio de investigación de 60 años que inicialmente trató de identificar los factores o las características comunes que contribuyen a la enfermedad cardiovascular.
TRES GENERACIONES
Los investigadores de Framingham siguieron a tres generaciones de participantes con recopilación demográfica, de la dieta, médica, la sangre y la historia física a través de entrevistas personales y cuestionarios con continuos seguimientos cada cuatro años en promedio desde el inicio del estudio.
"Lo más prometedor de estas conclusiones es que podemos ser capaces de contribuir a la eventual elaboración de directrices y estrategias de prevención de los cánceres relacionados con la obesidad", subrayó Parekh.
"En base a nuestros resultados, recomendamos un estilo de vida que pueda aliviar los trastornos de la inulina y la glucosa, como una herramienta de control del cáncer en el contexto del problema de la obesidad de la nación", concluyó.
Fuente: Europapress.es
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