La actividad física en tiempo libre está asociada con una expectativa de vida más larga, aun en un grado de actividad relativamente bajo e independientemente del peso corporal, de acuerdo con un estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores del Instituto Nacional del Cáncer (NCI), el cual forma parte de los Institutos Nacionales de la Salud, (NIH). El estudio, el cual encontró que las personas que realizaron actividad física en tiempo libre ganaron en su expectativa de vida tanto como 4,5 años, se publicó el 6 de noviembre de 2012, en la revista PloS Medicine .
A fin de determinar el número de años de vida ganados por la actividad física durante tiempo libre en la edad adulta, el cual se traduce directamente en un aumento de la expectativa de vida, los investigadores examinaron los datos de más de 650 000 personas adultas. Estas personas, en su mayoría de 40 años de edad y más, participaron en uno de los seis estudios demográficos que fueron designados para evaluar diversos aspectos del riesgo de cáncer.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., la dependencia a la cual pertenecen los NIH, recomienda que los adultos de 18 a 64 años de edad hagan actividad física aeróbica regular durante 2,5 horas a intensidad moderada; o 1 hora y 15 minutos a intensidad vigorosa, cada semana. Las actividades moderadas son aquellas en las cuales una persona puede hablar pero no puede cantar. Las actividades vigorosas son aquellas en las cuales una persona puede decir solo unas pocas palabras sin tener que detenerse para respirar.
Después de tener en cuenta otros factores que podrían afectar la expectativa de vida, los investigadores encontraron que la expectativa de vida era 3,4 años más larga en las personas que informaron que habían hecho el grado de actividad física recomendado. Las personas que informaron que habían hecho el doble de la actividad física del grado recomendado durante su tiempo libre ganaron 4,2 años de vida. En general, a una mayor actividad física correspondió una expectativa de vida más larga.
Los investigadores incluso observaron beneficios en grados bajos de actividad. Por ejemplo, las personas que dijeron que habían hecho la mitad de la actividad física recomendada añadieron todavía 1,8 años a sus vidas.
“Nuestros hallazgos destacan el importante aporte que puede hacer la actividad física a la longevidad en el tiempo libre de adultos”, afirmó el doctor Steven Moore, de la División de Epidemiología y Genética del Cáncer del NCI, director del estudio. “El ejercicio regular prolongó las vidas en cada uno de los grupos que examinamos en nuestro estudio—peso normal, sobrepeso u obesidad”.
Los investigadores encontraron que la asociación entre la actividad física y la expectativa de vida fue similar entre hombres y mujeres, y que los negros ganaron más años de expectativa de vida que los blancos. La relación entre expectativa de vida y actividad física fue más fuerte entre quienes tenían antecedentes de cáncer o enfermedades cardíacas que entre personas sin antecedentes de cáncer ni enfermedades cardíacas.
Los investigadores examinaron también cómo la expectativa de vida cambió con la combinación de actividad y obesidad. La obesidad se asoció con una expectativa de vida más corta; sin embargo, la actividad física ayudó a mitigar algunos de los perjuicios. Las personas que eran obesas e inactivas tuvieron una expectativa de vida de cinco a siete años más corta (dependiendo de su grado de obesidad) que las personas de peso normal y moderadamente activas.
Se ha demostrado que la actividad física ayuda a mantener un peso corporal sano, a mantener huesos, músculos y articulaciones sanos, a promover el bienestar psicológico y a reducir el riesgo de determinadas enfermedades, incluyendo algunos tipos de cáncer.
"No debemos subestimar lo importante que es la actividad física para la salud; aun grados moderados de actividad física pueden añadir años a nuestra vida," dijo la doctora I-Min Lee , profesora de medicina de la Escuela de Medicina de Harvard en Cambridge, Massachusetts, y autora principal del estudio.
Este trabajo contó con el apoyo de la División de Epidemiología y Genética del Cáncer del NCI con el número de proyecto interno ZIACP010196 y de la División de Control del Cáncer y Demografía del NCI con los subsidios CA105069 y CA047988. Este estudio recibió apoyo adicional de otros dos institutos de los NIH, el Instituto Nacional de Senectud (National Institute on Aging) (AG18033) y el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (National Heart, Lung, Blood Institute) (HL043851 y HL080467).
Source: NCI
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